La filosofía del consumo debe cambiar, nos dicen desde los púlpitos de las justicias social, climática, ecológica y de género, para adaptarse a los nuevos dogmas del llamado consumo sostenible.
Debemos ser muy conscientes de que la multiplicación de los recursos naturales por medio de la innovación y la inteligencia humanas es un hecho. Una pena que muchos de nosotros no profundicemos más en el concepto de tecnología como algo inherente a la condición humana, igual que lo son el lenguaje o las culturas.