“You have stolen my dreams and my childhood with your empty words. And yet, I’m one of the lucky ones. People are suffering. People are dying. Entire ecosystems are collapsing. We are in the beginning of a mass extinction, and all you can talk about is money and fairy tales of eternal economic growth. How dare you!” Greta Thunberg
Estas famosas observaciones de Thunberg están plagadas de generalizaciones y exageraciones, pero la idea principal de su argumento es la más preocupante porque es fundamentalmente falsa. Según la activista, existe una relación negativa entre el crecimiento económico y la protección del medio ambiente. Esta afirmación tiene poca base en la realidad. Por el contrario, el progreso económico mejora nuestra capacidad para ser buenos administradores de nuestro planeta.
El Índice de Comportamiento Medioambiental
El Índice de Desempeño Medioambiental (EPI) es un proyecto conjunto del Centro de Política y Derecho Medioambiental de Yale y el Center for International Earth Science Information de la Universidad de Columbia. El índice ha sido uno de los recursos líderes del acceso a la información sobre la protección del medio ambiente para muchos países durante más de 20 años.
La última edición de 2024 clasifica a 180 países en función de parámetros como la calidad del aire, la vitalidad de los ecosistemas, la salud ambiental, el agua potable, las emisiones de CO2, etc.
Los datos nos muestran: Los buenos resultados de las políticas analizadas están asociados a la riqueza (PIB per cápita), lo que significa que la prosperidad económica hace posible que las naciones inviertan en políticas y programas que conducen a resultados deseables. Esta tendencia es especialmente válida para las categorías de temas que se engloban en el ámbito de la salud ambiental, ya que la construcción de las infraestructuras necesarias para proporcionar agua potable y saneamiento, reducir la contaminación atmosférica, controlar los residuos peligrosos y responder a las crisis de salud pública produce grandes beneficios para el bienestar humano.
Además, el informe señala que, aunque la urbanización y la industrialización pueden provocar un aumento de la contaminación (especialmente en los países en desarrollo), los conflictos entre la protección del medio ambiente y el crecimiento económico pueden mitigarse en gran medida mediante una política sólida. Por ejemplo, «el compromiso con el Estado de Derecho, una prensa dinámica y una aplicación imparcial de la normativa tienen una fuerte relación con las puntuaciones más altas del EPI». Esto se debe a que los gobiernos abiertos permiten un mayor escrutinio público, mientras que los gobiernos dictatoriales pueden silenciar a sus críticos y seguir destruyendo el medio ambiente sin impedimentos.
En el informe se muestran los países mejor clasificados en el EPI en cada región del mundo. La clasificación del EPI de cada país va acompañada de la clasificación del producto interior bruto (PIB) mundial por persona de ese país. También se incluyen los países con peores resultados. La clasificación del EPI se realiza en una escala del 1 al 180, siendo el 1 el mejor y el 180 el peor.
A continuación, se muestra una tabla de regresión que representa a los países en función de su PIB per cápita y su puntuación total del EPI. Como puede verse, existe una fuerte correlación entre la riqueza de un país y su puntuación del EPI:
Déjenme mostrarles también, en un gráfico, los factores considerados para medir el EPI:
Esto, ¿qué significa?
La relación entre los mejores resultados medioambientales y el PIB per cápita es bastante intuitiva. La primera razón importante es que la tecnología respetuosa con el medio ambiente, las operaciones de limpieza y la gestión ecológica son caras. Las sociedades más ricas pueden permitirse destinar más recursos a la protección del medio ambiente, mientras que las más pobres tienden a preocuparse más por satisfacer los niveles de vida básicos.
Por ejemplo, en países como Estados Unidos es habitual cocinar los alimentos con cocinas de gas natural o eléctricas. Éstas son mucho más limpias y seguras que las alternativas habituales en las sociedades más pobres. Aaron Steinberg, del Council on Foreign Relations, señaló en 2019 que, en la India, alrededor del 78% de los residentes todavía utilizan la biomasa para cocinar y calentarse. Esa cifra puede llegar al 90 por ciento en las regiones de bajos ingresos de la India y al 52 por ciento en todo el mundo. La quema de biomasa ya sea madera o, en muchos casos, estiércol seco, es extremadamente tóxica y provoca millones de complicaciones de salud cada año. De hecho, este problema es tan grave que aumentar el acceso a las estufas de combustión limpia fue una prioridad señalada en un informe de las Naciones Unidas de 2014 sobre energía sostenible.
Otro ejemplo de la importancia de las tecnologías avanzadas es el acceso a los catalizadores, que hacen posible que los fabricantes de automóviles reduzcan las emisiones de los coches para cumplir con las leyes nacionales de emisiones. Estos componentes son caros, al igual que otros productos respetuosos con el medio ambiente, como las energías renovables, los alimentos ecológicos, los sistemas de transporte público, las redes inteligentes, etc.
El informe del EPI también señala que, aunque la industrialización puede conducir a un aumento de la contaminación, ésta puede mitigarse con un estado de derecho fuerte, una sociedad civil vibrante y un gobierno prudente y responsable. Un gobierno arbitrario y corrupto, por el contrario, no sólo es malo para generar prosperidad, sino que también es probable que sea un mal protector del medio ambiente. El debilitamiento de los derechos de propiedad privada, por ejemplo, puede incentivar una mala gestión ecológica, como ha ocurrido recientemente en Zimbabue y Venezuela.
El informe del EPI confirma lo que muchos sabemos desde hace tiempo. Aunque la industrialización y la modernización pueden provocar un aumento de la contaminación y de las emisiones, la prosperidad económica también ofrece las herramientas necesarias para mitigar los daños medioambientales. Un mayor acceso a la tecnología verde, mejores incentivos para el cuidado del medio ambiente, protección de la propiedad privada y los recursos necesarios para perseguir el cuidado del medio ambiente son lujos que aporta una sociedad próspera. Un gobierno prudente y responsable que defiende el estado de derecho no sólo es un mejor promotor del crecimiento económico, sino también un mejor gestor del medio ambiente. El aumento del nivel de vida y la responsabilidad ecológica no son dos intereses contrapuestos, sino dos subproductos interrelacionados del progreso humano.