Hace no tanto, quizás menos de un mes atrás, tuve el desagrado (en esta ocasión) de visitar el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales –MARN–. Como parte de mi trabajo de consultor, es necesario realizar acercamientos con la institución constantemente porque eso es la gestión ambiental en Guatemala. Me llamó la atención un par de cosas:
1) Las personas con quienes me entrevisté ese día no tenían ni idea de lo que hablaban pues se contradecían con sus propias leyes.
2) Los mismos asesores ambientales del ministerio no comprendían que poner barreras al sector que represento implicaba al final del día problemas para las comunidades que el Ministerio supuestamente protege (con malas voluntades supongo, porque no entiendo cómo lo hacen realmente)
La construcción poco a poco de las ideas de conservacionismo a la Malthus, ha inculcado en nuestra sociedad un temor por las actividades económicas. Pregúntale a cualquier guatemalteco común y corriente. Te dirán cualquier cantidad de cosas antieconómicas como: «los empresarios están acabando con el medio ambiente”; “es que los azucareros solo arruinan la naturaleza”; “es que donde se cultiva palma africana matan todo”; “esos de las mineras solo contaminan el agua”; “la minería es lo peor que nos ha pasado”; “las constructoras solo levantan polvo”.
La última vez que me enteré de qué va el mundo y la economía, fue precisamente observando todas esas actividades. O acaso ¿No son los empresarios los que dan empleo y sostienen esa masa política que es el Estado? Creo que la última vez que leí acerca del PIB, el sector agrícola es el que sostiene una muy buena parte de la economía. Eso incluye a los estigmatizados azucareros y palmeros. ¿Qué acaso esos señores no dan trabajo? ¡Claro que lo dan! Lo más irónico del caso es que si tienes alguna conversación de esas en un dispositivo electrónico te espeten lo que dicen de la minería mientras están sentados cómodamente en algún edificio (edificado con cemento, por cierto). Me asquea que la gente sea tan corta en su visión de cómo funciona el mundo a su alrededor.
Creo que hay un largo camino por recorrer en Guatemala en cuanto a la educación de la gente al respecto de los principios económicos y cómo éstos dictan la mayor parte de nuestro día a día. Olvidan que existe de fondo una necesidad de la gente y eso dicta cómo nos desenvolvemos en la sociedad. Pero también dictan qué se considera una necesidad. De nuevo, la generación de empleos por parte del sector privado, recuerdo que era algo importante. Así como también recuerdo que jamás he visto alguien que reciba del estado algo como una bolsa solidaria y que eso le saque de la pobreza; mas sí he visto como alguien que es empresario ha generado algún empleo y eso sí que ha cambiado sus condiciones de vida.
Si bien creo que nunca antes de cursar mi master había tenido la noción económica de fondo, desde siempre he sabido bien que la generación de empleo a través del mecanismo empresarial es vital no solo para el desarrollo económico, sino para el desarrollo social. ¿Por qué entonces, a través del ecologismo se tergiversa la empresarialidad en Guatemala? En Guatemala se abusa del principio de precaución a diestra y siniestra. Tan solo regresemos a mi anécdota del MARN. De entrada se asume lo peor de cada actividad empresarial, cuando es prácticamente dentro del marco de la actividad empresarial, donde se puede dar la conservación del medio ambiente. ¿Por qué? Pues porque el empresario velará precisamente por aquello que le garantice una actividad empresarial a largo plazo. Esto conlleva conservar los recursos que usa para su actividad. Jamás veremos empresarios tomando acciones que dañen directamente los insumos de los cuales se sostiene su operación. Regresemos a los azucareros, mineras, el sector agrícola que represento y demás actividades estigmatizadas. ¿Qué haría usted si fuera dueño de alguna de esas empresas? La respuesta es que seguramente continuaría con la mina, cantera, ingenio o finca palmicultora. ¿Por qué? Porque si usted fuera el dueño de esa actividad procuraría conservar la misma.
Habiendo conocido países que viven y han vivido en el socialismo, he de decir con total tranquilidad que todo mundo es socialista hasta que tocan su bolsillo. De igual forma, todos son ambientalistas hasta que tocan sus recursos o su propiedad. Creo que el mensaje que dejo en esta breve opinión, radica en que tan solo a través de la acción empresarial puede haber desarrollo. De igual forma, la conservación natural deberá también siempre seguir a dicho principio de empresarialidad. Si hoy en día el ciudadano guatemalteco no cree en ello, es porque en Guatemala aun no se encuentran las condiciones adecuadas de desarrollo económico que fomenten prácticas más “conservacionistas” del status quo ambiental del país. En Guatemala aun no encontramos muchos casos donde alguien adquiera un terreno para conservarlo en las condiciones que lo adquirió, porque existen necesidades más inmediatas que siguen a principios económicos.
Dejar la libertad al sector empresarial de operar, no es acabar con el medio ambiente, al contrario, es fomentar su preservación. Esto es el caso de la mayoría de países con índices de desarrollo ambiental mejores que Guatemala. Pero el continuar con la falaz idea por la que es necesario cortar la actividad empresarial como si fuera un veneno, constituye un error antieconómico perpetuado por aquellos que creen que apelando a la buena voluntad del Estado y su magnánima ineficiencia puede tomar tal faena de la noche a la mañana. El guatemalteco común debe cambiar su visión de su entorno y su realidad. No puede ser que se queje de lo mal que va la economía si no está dispuesto a aceptar la actividad empresarial. El guatemalteco común debe cambiar su visión de la preservación medioambiental. Solamente el empresario que tiene claros derechos de propiedad y se desempeña en un libre mercado puede conservar el medio ambiente. Jamás lo veremos del Estado. Casi 200 años de existencia de Guatemala y en 200 años no hemos visto un Estado que preserve el medio ambiente, o que pueda brindar trabajo y seguridad económica y alimentaria al pueblo. ¿Cuánto más va a perder el tiempo el guatemalteco común rezando al santo equivocado que es el Estado?
A trabajar, porque la naturaleza no se conserva sola cuando hay necesidades socioeconómicas inmediatas.