Aristóteles medita, en sus libros Política y Ética a Nicómaco (349 a.C), sobre la actividad comercial en general. Propone que, en la oikonomía, o el arte de administrar una casa, las consideraciones financieras son subordinadas al propósito superior del bienestar familiar – social. Los bienes que se necesitan para administrar una casa, hay que producirlos de algún modo, y para lograrlo, el administrador debe tener los instrumentos adecuados. El saber práctico para adquirir bienes se llama crematística. Distingue dos tipos: la crematística doméstica y la comercial. La crematística comercial tiene como objeto el dinero, o la maximización de riqueza como un fin. Aristóteles trata este tema en la Ética, puesto que toda adquisición debe ser ejecutada de forma moralmente virtuosa, con objeto de hacer el bien.
La actividad comercial claramente se potencia gracias a la creación de empresas. Siguiendo el pensamiento de Milton Friedman (1970), quien planteó que la responsabilidad social de las empresas es la de usar sus recursos y aumentar sus ganancias en una competencia abierta y libre, sin engaño o fraude, el pensamiento empresarial en los pasados años ha sido dominado por la idea de maximizar los retornos totales al accionista. Esta filosofía es apropiada en situaciones donde prevalece una condición: que las externalidades generadas por parte de la empresa sean internalizadas y que el costo de internalizarlas sea asumido por la empresa.
Para que esta condición exista, los conceptos de sostenibilidad deben ser incorporados dentro de la estrategia empresarial. Sostenibilidad no significa hacer inversión social, manejar el riesgo reputacional, o convertirse en un magnánimo filántropo a través de una fundación. Sostenibilidad tampoco significa limitar el uso de los recursos por miedo a que las generaciones futuras no van a tener acceso a ellos. Sostenibilidad no es igual a equilibrio. El concepto de sostenibilidad se basa en mantener los sistemas ecológicos para soportar los sistemas socio-económicos. Para internalizar su concepto dentro de la estrategia empresarial, requiere la adopción de un mindset diferente. Pretende el entendimiento que la empresa es dinámica y que opera dentro de un entorno ecológico y social. Requiere de estar alerta a la retroalimentación de ese entorno, para poder aprender de las crisis y adaptarse. Involucra la capacidad adaptativa y la resiliencia para mantener la funcionalidad del sistema empresarial cuando este es trastornado y enfrentado con incertidumbre y con riesgos complejos. Implica mantener los elementos necesarios para renovar o reorganizar la empresa para su permanencia en el largo plazo. Sobre todo, demanda de un imperativo moral de responsabilidad.
Cualquiera podría argumentar que asumir conceptos de sostenibilidad en las empresas es demasiado caro, y que perjudica la maximización de retornos al empresario. Según Eccles, Ioannou & Serafeim (2014), las empresas que voluntariamente integran políticas de sostenibilidad ecológicas y sociales dentro de su estrategia, representan un distinto tipo de modelo corporativo y significativamente superan a sus contrapartes en el largo plazo, tanto en el rendimiento en la bolsa de valores, como en el rendimiento contable. El modelo corporativo sostenible es caracterizado por una estructura de gobernanza que, además del desempeño financiero, rinde cuentas respecto al impacto ecológico y social de la empresa, gestiona activamente a sus partes interesadas, y cuenta con sistemas desarrollados de medición y seguimiento a la información. Las empresas que siguen este modelo son más propensas a asignar responsabilidad sobre elementos de sostenibilidad a sus Consejos Directivos y de formar comités específicos para abordar estos elementos. Adicionalmente, brindan compensación a sus ejecutivos sobre métricas del desempeño ambiental, social, y de las percepciones externas.
Existe, entonces, oportunidad para que las empresas mantengan su crecimiento y permanencia a largo plazo mediante la incorporación de conceptos de sostenibilidad dentro de sus estrategias. Siguiendo el pensamiento de Aristóteles, hagamos la actividad empresarial de forma virtuosa y contribuyamos a un crecimiento económico que sea resiliente y efectivo.